Terry Hall y la figura del joven de la esquina que es vocero histórico generacional

20 Dic

Desperté esta mañana con la noticia terrible de la muerte del vocalista de The Specials, Terry Hall, y en el desconcierto de una noticia inesperada de este tipo, el desconcierto de revisar un legado que pareciera ser tan subterráneo como inmenso a la vez.

La tristeza es enorme no solo por el golpe a una institución musical como son los The Specials, sino que especialmente decirle adios a uno de los exponentes insignes de una institución musical de mi especial fascinación: el joven de la esquina que termina siendo voz de una generación.

Solo diciendo lo que ve. Solo haciendo crónica de los tiempos que vive.

Terry Hall no era un rockstar. Terry Hall no era una super estrella de magnetismo atrapante que robaba miradas y cautivaba multitudes.En efecto, el peso escénico de la banda residía mayormente en sus compañeros de banda, con la diversidad cultural que hizo de The Specials un imperdible tras el punk. Pero Terry Hall era la voz. Literalmente era la voz, diciendo firme y claro la lírica, llevando el hilo entre los ritmos y dándole cordura al desenfreno que perfectamente podía desembocar en solo una fiesta, pero siempre fue más que eso.

Terry Hall fue la voz y con eso también hizo parte del peso político que el 2tone propuso en sus turbulentos tiempos Thatcheriano, contando lo que se veía, en fondo pero también en forma, desde la propuesta multicultural anti racista segregadora. Eso no solo le permitió defender una sociedad reprimida bajo las medidas conservadoras blancas y dar cuenta de esos «pueblos fantasmas» que reflejaban en Ghost Town, sino que además salir al mundo mostrando que bajo el capitalismo y la derecha neoliberal, los sufrimientos podían ser más transversales de lo esperado.

La influencia de The Specials en lo que fue la escena posterior es imposible evadir, desde Damon Albarn hasta Los Fabulosos Cadillacs, Los Pericos y otros exponentes latinoamericanos que entendieron el punk ska con nuevos aires. Pero sobre todo no puedo dejar de pensar en esa figura en un mundo en el que luego esos jóvenes de la esquina se transformaron en los frontman más destacados. Pienso en un Jorge Gonzalez (Rat Race como un fantástico antecedente de El Baile de Los Que Sobran, por ejemplo), pero también pienso en Pailita, un incipiente Bad Bunny y los cantantes urbanos flacos sin mayor «gracia escenica» o incluso cuestionados vocalmente, pero que su honestidad y su relato cotidiano interpreta a tantos, traspasando los formatos de la canción para ser crónica de sus tiempos. A veces lo que se necesita es una voz. Siendo voz dentro de miles de voces, haciéndolas escuchar y cantar. Para siempre.